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“Un corazón insaciable.”

Por Erika Jacques.

Era una mañana normal y ya habíamos arrancado la rutina del día, y mientras yo todavía tomaba café escuché a mi hijo llorar, cosa que era extremadamente rara, porque Rafa muy pocas veces me hizo un berrinche, inmediatamente subí para ver qué le pasaba, lo encontré llorando con el ipad en sus manos y susurrando: “Yo no tengo celular.”


-¿Qué tienes mi amor?- le pregunté

-Es que yo no tengo celular. - Me contestó mientras lloraba desconsoladamente.


corazón

Resulta que viendo videos infantiles en Youtube se encontró con unos niños un poco mayores que él que contaban acerca del nuevo celular que sus papás les habían comprado y por supuesto, mi hijo de 4 años no tenía celular, no estaba listo para manejar uno, pero por supuesto que él no sabía que no estaba listo para tenerlo, solo sabía que lo quería y no lo tenía y en ese momento, la villana del cuento parecía ser yo.


Lo miré a los ojos, le hablé con autoridad y le dije lo siguiente:

- Rafa, hagamos dos listas. De un lado pondremos lo que te falta y del otro lado pondremos lo que tienes, ¿te parece?

- Ok- me respondió entre sollozos.

- Muy bien- respondí- ¿qué te falta?

- Un celular - y los gritos volvieron a aparecer.

-Ok, ok - le respondí, tratando de tranquilizarlo nuevamente - te falta un celular, ahora comencemos con la lista de las cosas que sí tienes.

- Ok mamá - empezó a contar con sus deditos- tengo una mamá, tengo una casa para vivir, tengo ropa y muchos juguetes, tengo primos y amigos…

- Wow! Tienes muchas cosas - le interrumpí con una cara de asombro para que notara cuan bendecido era.

- ¡Sí! ¡Tengo mucho mami! Ya vísteme porque vamos a llegar tarde a la escuela.


Esa conversación pasó cuando mi hijo tenía 4 años y la recuerdo como si fuera ayer por el gran aprendizaje que ha traído a mi vida.


Muchas veces nosotros somos esos niños de 4 años delante de Dios. Muchas veces concentramos la mirada en la “única cosa” que nos falta en lugar de centrar la mirada en todo lo que ya hemos recibido.


No sé qué es lo que hoy te nuble la mirada, no sé si es un coche, un viaje, tu título o un ministerio pero quiero invitarte a cambiar el rumbo de tu corazón y desviarlo de “tu necesidad” para concentrarlo en todo lo que tienes para agradecer.


corazón

Hay un hombre en la Biblia que nos muestra claramente como se ve un corazón insaciable y lo peligroso que es para nuestra vida natural y espiritual; este hombre es Saúl.


Resulta que Saúl era rey de Israel y como rey lo tenía todo, era guapo, era alto, era fuerte y valiente, era hombre de guerra, había ganado mil batallas y tenía todas las riquezas que quisiera, tenía mujeres y tenía hijos… Pero un día se dio cuenta que le faltaba “una cosa”, ¿qué era? ¡Una canción!


Las mujeres de Israel compusieron una canción en la que cantaban que Saúl había derrotado a mil hombres pero David había derrotado a diez mil y eso hizo que su corazón se llenara de envidia por la única cosa que tenía aquel muchacho tenía por encima de él.


Probablemente sabes como termina esta historia para Saúl, este hombre trató de perseguir y de matar lo único que él no tenía en lugar de disfrutar plenamente todo lo que el Señor ya le había entregado.


Saúl perdió los mejores años de su vida odiando y persiguiendo a David, en esta persecución perdió tiempo, perdió a su familia, perdió su reino, su legado y su vida.


Yo quiero invitarte a reflexionar mientras lees esto y preguntarte “¿Qué estás persiguiendo hoy que te impide disfrutar todas las bendiciones que ya te dio el Señor?”


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Jerry Velazquez

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