Un corazón rendido

Por Erika Jacques.

¡Por fin había llegado el momento! David podría regresar a Israel, ¡Saúl estaba muerto!

El hombre que persiguió a David por tantos años por fin había acabado con su vida, no Dios, sino él mismo se había quitado la vida, sus miedos, sus errores, sus consecuencias y no enorme soberbia habían acabado prematuramente sus días en la tierra…

Pero hay algo que hace tan especial a David y es su enorme corazón.

Cualquier otro se hubiera alegrado o por lo menos hubiera sentido alivio, cualquier otro se hubiera precipitado a regresar a Israel para reclamar el trono en su lugar porque David ya estaba ungido, ¿no?

¡Pero no David y es por eso que Dios lo llamó “un hombre conforme a su corazón”!

Nuestro amado David hizo dos cosas en medio de toda esta situación:

Se lamentó porque Saúl murió sin ser salvo.

Buscó la dirección de Dios antes de volver a su nación.

Cualquier otra persona hubiera podido aprovechar esta situación para levantarse en armas contra el ejército de Saúl y correr a reclamar lo suyo, pero David primero lamentó profundamente la muerte de un hombre que teniendo todo, no supo valorar lo que tenía por perseguir lo que “le faltaba”; Saúl fue un hombre que tenía palacios, riquezas, belleza, titulos, mujeres e hijos y dejó de disfrutar de todo lo que el Señor le había dado por perseguir lo que consideraba que le faltaba. Finalmente este odio y necedad acabaron con su vida y David lloró profundamente la muerte que tuvo Saúl porque su alma no se pudo salvar. Después de honrar su memoria y el legado de su amigo Jonatán, David corrió a la Presencia de Dios para preguntar qué seguía en su vida. Por supuesto que tú y yo pensaríamos que la respuesta era lógica, ¿no? ¡Seguía convertirse en rey!

Pero David no daba nada por sentado y en sus mejores temporadas o en las más bajas, siempre consultó a Dios antes de tomar cualquier decisión importante (sé que estás pensando en Betsabé, pero de eso hablaremos en otro artículo porque es la única falla que se encuentra este gran hombre y no podemos minimizar sus proezas por un solo error, ¿no crees?).

Por supuesto que este corazón rendido a Dios le garantizo éxito en todas sus batallas y se convirtió en el rey más amado de Israel hasta el día de hoy, y su vida agradó tanto a Dios que su reino se convirtió en un reino eterno cuando descubrimos que Jesús venía del linaje de David.

David no fue perfecto pero amó a Dios con todo su corazón, no fue un santo pero confiaba en Dios y no en su propia prudencia, tal vez no era el mejor guerrero pero el Señor convirtió todas sus batallas en victorias porque David reconocía a Dios en todos sus caminos.

Querido amigo, Dios no está buscando hijos perfectos, está buscando hijos dependientes de Él.

No está buscando santos, porque Él mismo en Cristo nos ha santificado, no está buscando a los más capacitados, sino a los más enamorados, a los más leales y confiables para levantar un ejército con ellos.

Él está levantando a los que han esperado en silencio y han buscado a Dios en medio de su dolor, está levantando a los anónimos para el mundo, pero conocidos por Él, está levantando a los que renunciaron a su derecho de venganza y han puesto su confianza en el Señor, a esos que han decidido vivir por sus principios y no por emociones, a esos que han demostrado ser confiables y leales en lo pequeño y lo oculto.

Un corazón rendido que dice “Aquí estoy”

Y si tú quieres que el Señor te levante, tu oración no debería ser: “ Señor este es mi proyecto o el ministerio que quiero, bendícelo.”

Tú oración debería ser: “Aquí estoy para lo que tú quieras y cuando tú quieras. Yo no quiero forzar las cosas ni tomar nada por mi propia mano, yo quiero disfrutar tu Presencia y hacerme íntimo tuyo, haya o no haya reino, haya o no haya ministerio grande o famoso. Tú eres lo que más anhelo.”

Te invito a que reflexiones en este artículo y la manera en la que te has estado acercando al Señor ultimamente…