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¿Por qué no contar tus problemas de pareja a tu familia?

Las discusiones en el matrimonio o en una relación de pareja son inevitables. Todos pasamos por desacuerdos, enojos y momentos de tensión. Sin embargo, uno de los errores más comunes y más costosos es ventilar esos problemas con la familia.

A corto plazo parece un desahogo, pero a largo plazo puede convertirse en un peso que daña la relación y genera rencor en quienes más quieres.

En este artículo exploramos por qué no deberías compartir tus problemas matrimoniales con tu familia, qué consecuencias trae y qué enseña la Biblia al respecto.


problemas de pareja
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La reconciliación es rápida, el rencor no

Una verdad incómoda: en la mayoría de los casos, tú y tu pareja se encontentan. Lo que ayer parecía un pleito imposible, mañana se resuelve con un abrazo, una disculpa o una buena conversación.

Pero tu familia no olvida. Ellos escuchan solo tu versión del problema, sienten tu dolor y guardan rencor hacia tu pareja. Cuando tú ya perdonaste, ellos todavía miran con desconfianza.

El amor en pareja sana pronto, pero la memoria familiar es más lenta para perdonar.


Problemas de pareja y la prudencia como señal de madurez

Hablar de todo con la familia no siempre es sinónimo de confianza. A veces, es falta de prudencia. Ser prudente significa saber qué compartir, cómo y con quién. No se trata de ocultar la vida, sino de proteger lo más valioso: la intimidad de tu relación.

Los problemas de pareja se deben resolver entre dos. Cuando se involucra a terceros innecesarios, lo que era una herida pequeña puede convertirse en un conflicto mayor.



¿Qué dice la Biblia sobre este tema?

La Palabra de Dios es clara respecto a la prudencia en las relaciones:

  • Proverbios 11:13: “El chismoso revela secretos; el de espíritu fiel los guarda.”

  • Proverbios 17:9: “El que cubre la falta busca amistad; el que la divulga, aparta al amigo.”

  • Génesis 2:24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

Estos pasajes nos recuerdan que el matrimonio es un vínculo único, que requiere discreción, unidad y protección mutua. No se trata de ocultar lo malo, sino de guardar el espacio sagrado de la relación para que sea Dios quien intervenga primero, antes que la opinión de otros.


Entonces, ¿con quién hablar?

Ser prudente no significa callar siempre. Existen momentos donde necesitamos desahogarnos o pedir consejo. Pero para eso es más sabio recurrir a:

  • Consejeros matrimoniales.

  • Líderes espirituales de confianza.

  • Mentores maduros en la fe.

Personas que puedan dar guía objetiva, sin dejarse llevar por el enojo del momento.


Conclusión

Contar los problemas de pareja a la familia puede parecer inofensivo, pero en realidad es una semilla que produce desconfianza y rencor. Tú y tu pareja se reconcilian… pero ellos no.

La prudencia, el respeto a la intimidad y la guía de la Biblia nos muestran que el camino más sabio es resolver en privado lo que pertenece a la intimidad del amor.

Al final, proteger tu relación es también proteger tu hogar. 🙏

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Jerry Velazquez

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